Elementos literarios que te pueden ayudar a crear una tensión que se traduce en un gran desenlace

Lo más importante que puede tener cualquier obra de ficción es la tensión. Es lo que impulsa las tramas y crea el drama que engancha y emociona a los lectores. Sin tensión, tu historia no conectará con ellos: es lo que les da una razón para seguir leyendo. También es necesario el conflicto, que suele darse cuando dos entidades, que suelen ser personajes pero no tienen por qué serlo, tienen objetivos opuestos.

La tensión y el conflicto están estrechamente relacionados, pero hay grandes diferencias entre ambos, puntualiza Academia TEBA, especialistas en prueba acceso Universidad mayores 45 Granada 2022. La tensión es la preparación del conflicto. Si dos personajes se pelean al final de la historia, tiene que haber una razón para ello. Eso es la tensión. Por supuesto, el conflicto no tiene por qué ser físico. Puede ser interno, emocional o estratégico. El conflicto es el resultado de la tensión que se ha creado en la historia. Si lo has hecho bien, tu lector se irá atando poco a poco con la tensión durante la historia hasta que todo se desencadene durante el conflicto final. Puedes utilizar elementos literarios que te ayuden a crear la tensión que tus lectores necesitan. Aquí tienes algunos de los más importantes.

Flash forward

Un flash forward es cuando presentas información de un momento en el futuro para el «presente» en el que se desarrolla la historia en ese momento. Si estás escribiendo una historia corta, puedes incluso empezar con un flash forward y luego volver al «principio» de la historia. Esto ayuda a crear tensión si el flash forward es un pasaje de suspense.

Por ejemplo, puedes empezar tu historia con un flash forward de tu personaje principal en algún tipo de situación difícil. Podría estar rodeado por los malos y frente a dos mujeres entre las que tiene que elegir. Entonces, cuando vuelvas al principio de la historia, el lector sabrá hacia dónde va la historia. La tensión aumenta porque el lector querrá saber cómo el protagonista se ha metido en esa situación, y también cómo saldrá de ella una vez que la historia se ponga al día con el avance rápido.

La pistola de Chéjov

Cuando escribas una historia, nunca querrás tener demasiado contenido que no te ayude a construir tu narrativa. Sí, puedes tener algo de descripción y exposición, pero hacer que los personajes realicen ciertas acciones, por ejemplo, que no tienen nada que ver con su lugar en la historia o su caracterización, simplemente desperdicia palabras. Esto es especialmente cierto si se trata de una historia corta, ya que hay que hacer que cada palabra y cada pasaje cuenten.

La pistola de Chéjov es un principio literario que afirma que no debe haber nada en tu historia que no sea necesario para la trama. Por ejemplo, si aparece una pistola en el primer acto de la historia, tiene que dispararse en el tercero. Por supuesto, no tiene que ser literalmente una pistola. Podría ser que tu personaje principal derramara algo de agua al principio de la historia. Más tarde, en un momento crucial, otra persona se resbala con ella. Si no se vuelve a hablar del agua derramada, es una oportunidad perdida y debería eliminarse por completo de la historia.

El uso hábil de la pistola de Chéjov creará tensión porque el lector estará esperando que esa «pistola» vuelva a aparecer. Comprenderán que el escritor no introduciría algo sin motivo, así que pasarán el tiempo leyendo preguntándose cuándo será importante ese arma. El desenlace satisfactorio llega cuando el arma se dispara o el malo resbala y cae.

Prefiguración

La prefiguración es similar a la pistola de Chéjov, pero hay diferencias. En el caso de la prefiguración, se trata más bien de que el escritor dé pistas sobre lo que está por venir. Con la Pistola de Chéjov, el objeto es obvio y está a la vista. El presagio correcto puede no ser perceptible para algunos lectores.

Un ejemplo podría ser que un personaje, al principio de la historia, mencione que en el pasado estuvo a punto de resbalar en un suelo mojado y casi se mató. O un personaje puede ir caminando por la calle y que alguien que lo vea frunza el ceño. Esto presagia que los dos tienen algún tipo de conflicto en ciernes. Al igual que ocurre con La pistola de Chéjov, los presagios atraen al lector y le hacen preguntarse y adivinar cómo se manifestarán las pistas al final de la historia.

Gancho dramático

Quieres que tu lector sienta la tensión desde la primera página. Hay que ir directamente al grano para atraer a los lectores. Una forma de hacerlo es presentarles una situación dramática o misteriosa desde el principio. Por ejemplo, puedes hacer que una persona suspire, se acerque al borde del tejado de un edificio y se baje. Sin ninguna explicación ni contexto, el lector se sentirá atraído por la esperanza de saber qué ha llevado a esa persona a hacer algo así y qué le ocurre después de bajarse. ¿Caen al vacío? Quizá haya algo debajo que amortigüe la caída o los atrape. Si combinas ese momento dramático con una resolución realmente sorprendente de la situación, habrás hecho tu trabajo como escritor.

Cuando escribes una historia, necesitas tensión y necesitas que el conflicto sirva de desenlace. Sin ellos, tu historia no será atractiva y no hará que el lector se interese por ella. Utiliza estos consejos para encender y construir la tensión de manera que el desenlace final sea satisfactorio.